Soy de las que, cada año, hacen todo tipo de rituales para el amor. Traigo triple tanga de color rojo para que amarre, doy dos vueltas al árbol más cercano para conseguir novio, pongo una esfera con velo (el año pasado me aseguraron dos que se casaron)… y bueno, ahí si se saben otro me lo mandan porque seguro también lo haré.
Sin embargo, este año decidí hacer mi propio ritual que te comparto para que lo pruebes porque, si funciona, puede que lo patente, me vuelva millonaria y disfrute de mi nuevo amor en una isla desierta con un guapo musculoso en tanga sirviéndome unas piñas coladas y haciéndome piojito, mientras mi amor –ese no es tan musculoso, es más bien de barbita de tres días, alto y flaquito– me lee un libro (no me critiquen, es mi fantasía jaja). Pues aquí va:
1. Haz espacio.
En tu corazón, en tu mente, en tu armario (ya lo decía Santa Lupita D’Alessio). Limpia y saca todo lo que ya no necesites. No puedes esperar que alguien llegue a tu vida mientras estás pensando en tu ex, en lo felices que eran, en sus ojitos color miel que te miraban y te derretías. Para que un nuevo amor llegue, necesitas vaciar tu corazón. Perdona y olvida, para eso necesitas abrazar con todas tus fuerzas y darle luz a esa persona que tanto te dio (simbólicamente, ¿eh? ¡No vayas a ir a buscarlo porque nos sale peor!). Agradece lo que te enseñó –bueno o malo, siempre hay una enseñanza perfecta– para dejar ir y entonces encontrar al verdadero amor con ese espacio vacío en tu corazón.
2. Piensa que te lo mereces.
Cuando le escribías la carta a los Reyes Magos, ¿recuerdas lo segura que estabas de que te habías portado increíble y, por lo tanto, te merecías todos los regalos que pedías? Bueno, pues pide todo el amor del mundo porque te lo mereces, y en la medida que lo creas, el universo te lo dará más rápidamente. Así que no lo dudes: los “juguetes” que pidas, te serán dados.
3. Fluye.
Como cuando te dejabas ir toda contenta por la resbaladilla del parque, deja que el amor llegue cuando tenga que llegar, no lo forces yéndote con el primer tonto que te hable bonito o tocando puertas que no se van a abrir de hombres que, ni por poco, se acercan a lo que realmente quieres. Tampoco lo precipites sólo porque todas tus amigas tienen novio o porque el bendito reloj biológico del que todas hablan te apresura al ritmo de la canción de Super Mario Bross cuando vas perdiendo porque no han rescatado a la princesa de los óvulos de oro.
4. Cree.
¿Te acuerdas de todas las historias que compraste de Santa, los Reyes Magos, el niño Dios y la magia que había detrás de ello? ¿Recuerdas lo bonito que se sentía tener fe? Pues cree otra vez. La esencia del amor está compuesta, en su mayoría, de magia. Ya lo decía Frida Kahlo: “Escoge un amante que te mire como si quizás fueras magia”. Tal vez no creas más en el amor de mariposas y chispas, pensando que eso sólo ocurre en la secundaria, pero te juro que no. El chiste es que cambies ese chip y vuelvas a tener esperanza. Te lo digo yo, que soy una treintateen y que me he enamorado como una loca, sin sentido, con magia, de corazón. Enamorarse de verdad no implica complicaciones ni preocupaciones, sólo tiene sonrisas; se siente desde lo más profundo de tu corazón, te conecta y no puede sino hacerte feliz para siempre. Y no hablo de la historia de amor de la Cenicienta, sino de una historia que te deje sólo cosas buenas aunque no la vivas para siempre.
5. Escribe tu carta.
Siempre recordaré la Navidad en que Santa Claus me trajo el Nenuco azul cuando yo quería el rosa. O sea, ¡es Santa! ¿No podía adivinar qué es lo que yo quería aunque no lo pusiera en la carta? ¡Pues no! Así el universo. Te encuentras con que te trajo al hombre perfecto, exactamente como lo querías: guapo, tierno, de barbita y, lo mejor, te mira con magia… pero se te olvidó pedirle a la vida que fuera soltero. Entonces, ¡pide bien! Que el universo tiene ya bastante chamba para estarte adivinando. Escribe tu carta con la misma inocencia con la que pedías en Navidad, con la misma ilusión con la que deseabas encontrar debajo del árbol el juguete que tanto habías deseado a lo largo del año.
6. Pide desde el corazón, no desde la necesidad.
Si buscas llenar una carencia, te vas a hundir más y te colgarás de esa pareja que tanto pediste, dirigiéndote directito al fracaso. Reflexiona por qué estás pidiendo lo que pides: se dice que, lo que le pides a la vida, es lo que la vida te está diciendo que te des a ti misma. Pide de corazón, cuando hayas cubierto todas las necesidades en ti, cuando hayas hecho de ti eso que quieres en otro y estarás lista. Sólo recuerda que una pareja no te ayuda a ser feliz, sólo te permite compartir tu felicidad.
Ya puedes compartir este ritual. Si te funciona junto con la tanga roja, seguro tendrás un año llenito de amor y mucho sexo. Y recuerda que también puedes pedirle a Santa Claus (o a alguna sex shop) un juguete de pilas en el camino. Nunca está de más.
Enjoy!
Texto: @lamariarebeca Imágen: Sara Herranz. Síguela en: www.sara-herranz.com
No me gusto nada, es como la eterna búsqueda del príncipe azul, lo mejor es aprender a amarte sin basar tu felicidad en nadie, pues puede que nadie este hecho a tu medida.