Dicen que el amor es lo más difícil de encontrar, sin embargo, esto no significa que no exista, sino que no lo sabemos identificar. Y es que crecimos con una falsa idea de lo que es el amor… Si supiéramos lo que significa en realidad, sería muy sencillo encontrarlo.
El amor no es esa canción que escuchas en la radio y que cantas a todo pulmón diciendo “mieeeeeentes tan bien” y mil más en las que predomina el sufrimiento. Tampoco es la telenovela del canal de las estrellas donde todas las mujeres siempre lloran, y no creen en los hombres.
Y si nos vamos un poco más atrás, tenemos los cuentos de nuestra infancia que nos han alimentado esa falsa idea del amor. ¿Qué lecciones nos dejaron Blanca Nieves, Cenicienta y todas las princesas de Disney? Que el amor implica ser rescatadas por un príncipe azul, porque, de lo contrario, podríamos no despertar nunca de nuestro letargo.
El amor duele, miente, nos deja, nos hace daño… o, por lo menos, es lo que nos dicen diariamente. El amor es encontrar a tu otra mitad porque estamos incompletas, nos han aleccionado.
Yo no tengo la verdad absoluta para decir qué es el amor. Ya lo intentó Platón, Erich Fromm, Freud, la RAE e, incluso, Wikipedia inicia diciendo que este sentimiento es difícil de definir. Con el paso del tiempo, me he dado cuenta de que lo único que te puede llevar a definir correctamente el amor es sentirlo. Y yo, te puedo decir que ya me he enamorado hasta la médula. Y fue hasta el día que me enamoré cuando entendí que había estado muy equivocada en todo lo que había vivido.
El amor es luz, es conocer tu poder interno y brillar. Hace poco alguien me dijo el mejor piropo que podría haber recibido: “Te ves tan bonita que brillas”. Y es que, cuando brillas, créeme, tu sonrisa puede iluminar al planeta entero. El día que me enamoré de mí misma, las cosas empezaron a cambiar y mi luz empezó a iluminar no sólo mi mundo sino el de todos los que me rodeaban.
El amor es enamorar- TE (de ti misma). No tiene que ver con nadie más. Cuando te enamoras, cuando brillas, te vuelves amor y cuando eres amor estás lista para compartir- TE con alguien más, pero ese es el resultado de tu luz: la consecuencia, no el origen. Así, desechamos la teoría de que el amor es encontrar a tu media naranja. Las naranjas son para hacer jugos, el amor es compartir-TE y sólo puedes hacerlo si estás completa, sin ninguna carencia. Cuando desbordes amor en cada poro de tu piel, podrás darlo a manos llenas.
El amor de pareja no se busca. El amor verdadero es una serendipia, un descubrimiento o un hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa distinta. Llega cuando menos lo esperas y cuando más te amas.
El amor verdadero es muy sencillo. Te da señales inequívocas de su existencia y se siente tan fuerte que no tienes ni la menor duda de que lo es. Las difíciles somos nosotras y nuestras ideas erróneas. El amor verdadero no son problemas, ni lágrimas. El amor verdadero se te mete por cada milímetro de tu piel y te fortalece.
El amor verdadero te da paz. No hay gritos, no hay juegos, no hay engaños, no hay celos, no hay preocupaciones. Es sólo eso: PAZ.
El amor es ser uno mismo sin dejar de ser dos personas distintas. El amor no es perderse para encontrarse en el otro, es encontrarse los dos caminando por el mismo camino y darse la mano para caminar juntos.
El amor es ver con los ojos del corazón y los ojos del alma. Reconocer que, sin ilusiones ni fantasías, esa otra persona llena de virtudes y, sobre todo, de defectos, es la única con la que podrías compartir cada latido de tu corazón.
El amor verdadero te hace crecer. No te hace sentir menos. Te impulsa a ser la mejor versión de ti misma. Te da fuerza para hacer lo que siempre habías querido y nunca te habías atrevido. Te hace descubrir dentro de ti tus mejores virtudes que te hacen más perfecta.
El amor verdadero te hace confiar. No tiene miedo de nada. No compite, no te angustia. Te hace dejarte ir con unas alas gigantes como si volaras y te hace detenerte cuando es preciso con los pies en la tierra.
El amor verdadero no te hace sufrir. No es carencia, ni angustia. No tiene que ver con lágrimas ni sufrimiento, sino con mariposas en el estómago, haciéndote reír, y no con una gastritis gigante haciéndote llorar.
La persona adecuada llegará a ti cuando estés completa y abierta para que llegue a tu vida. Relaciónate desde el corazón y abre tu mente. Enamórate, practica, ámate, porque el día que encuentres el amor verdadero, te compartirás de tal forma que pensarás que ÉL (al que amas) es el que pone las estrellas en el cielo y descubrirás que TÚ (a quien amas) eres el cielo, pero sobre todo descubrirás que más que buscar un esposo, amante o novio llegará a ti algún día un compañero de vida con quien compartirte.
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